El nombre Mártires de Zaragoza invita a reflexionar sobre un tema que es relevante para personas de todas las edades y condiciones. Ya sea que se trate de un acontecimiento clave en la historia, un personaje que ha marcado la cultura contemporánea, una fecha significativa o un fenómeno que afecta a la sociedad en su conjunto, Mártires de Zaragoza es un punto de partida para explorar y comprender su importancia en el mundo actual. A través de este artículo, nos sumergiremos en el impacto que Mártires de Zaragoza ha tenido en nuestras vidas, analizando sus implicaciones en diferentes aspectos de la sociedad y brindando una perspectiva integral sobre su relevancia en el contexto actual.
Los Innumerables mártires de Zaragoza fueron 18 cristianos que murieron a comienzos del siglo IV en esa ciudad, víctimas de las persecuciones romanas.
La fuente histórica más antigua que poseemos es el Peristephanon de Prudencio, que relata el suplicio de Santa Engracia y de sus 18 compañeros. De Prudencio depende una Passio, perdida, y de ésta, otra atribuida a Braulio de Zaragoza. Tiene también valor de fuente una Misa mozárabe atribuida a Eugenio de Toledo.
La Passio ofrece pocos datos, fuera de los nombres. Se llamaban: Optato, Luperco, Suceso, Marcial, Urbano, Julio, Quintiliano Publio, Frontonio, Félix, Ceciliano, Evodio, Primitivo, Apodemio, y cuatro más llamados Saturnino. Sobre el nombre de estos últimos hay una doble tradición, pues otras fuentes los llaman Casiano, Jenaro, Matutino y Fausto. Con ellos padeció también, aunque sin morir en el tormento, la virgen Engracia de Zaragoza. La Passio los hace morir bajo el prefecto imperial Daciano, el gran perseguidor de los cristianos españoles en tiempo de Diocleciano; después de ser degollados, sus cuerpos fueron quemados. El cuerpo de Santa Engracia fue sepultado por el obispo Prudencio en una urna de mármol, uniendo a él las cenizas de sus 18 compañeros.
El culto lo recibían ya en el siglo V, al menos en su sepulcro, como testimonia Prudencio, y más tarde lo confirma algún texto litúrgico. Hacia el siglo VII debió de propagarse por las demás regiones. Inicialmente parece que eran celebrados durante la semana de Pascua; después, probablemente a partir del año 586, se fijó la fiesta de Santa Engracia y los «innumerables mártires de Zaragoza» en el 16 de abril, con motivo del retorno a la ortodoxia de la Iglesia local, pasada al arrianismo unos años antes con su obispo Vicente. Por entonces debió de comenzar también la celebración de otra fiesta de los Innumerables Mártires (3 de noviembre) destinada a recordar la reconciliación de su basílica; y en la misma época sé compondría asimismo la misa hispánica. Los martirologios medievales recogen esta noticia.