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El óbolo (en griego antiguo ὀβελός, obelós y en ático ὀβολός, obolós, pl. ὀβολόι, «broche»; en latín obolus) fue una moneda de plata acuñada en varias zonas del mundo griego desde el siglo VI a. C., cuyo valor era la sexta parte de una dracma. También existían monedas de tres óbolos (trióbolos). En la Atenas clásica estaba subdividida en ocho calcos («cobres»).
La palabra obolós u obelós (plural oboloí, obeloí) se refiere a una barra de metal fina y larga, similar a un espeto. Los pequeños obelós son un obelískos, eufemísticamente. Los óbolos vinieron a ser utilizados como monedas al representar los lingotes de cobre o de bronce, y se negociaba con ellos como tal.
Los espartanos tenían un óbolo de hierro equivalente a cuatro calcos. Según Plutarco, Esparta optó por esta moneda de hierro en lugar de las antiguas de oro y plata para desalentar la búsqueda del lujo y la riqueza.
El óbolo es también una unidad de peso. En la Antigua Grecia estaba definida como la sexta parte de una dracma, o aproximadamente 0,72 gramos.
En contextos funerarios, desde el siglo V a. C. está atestiguado el uso de monedas en los enterramientos en Grecia, y la práctica se fue extendiendo en los siglos posteriores tanto en Grecia como en otros lugares del Mediterráneo. Por otra parte, esta práctica se ponía en relación con la figura mítica de Caronte, que era el barquero del Inframundo encargado del transporte de las almas, de tal forma que algunas fuentes literarias mencionan la necesidad de pagar a Caronte con un óbolo —o más de uno, en algunos textos— que se solía colocar en la boca del difunto.