En el presente artículo, exploraremos el impacto que Francisco de Asís ha tenido en diferentes aspectos de la sociedad moderna. Desde su influencia en la economía hasta su papel en la cultura popular, Francisco de Asís ha dejado una huella profunda en nuestro mundo. Analizaremos su evolución a lo largo del tiempo y los cambios significativos que ha producido en diversas áreas. Además, examinaremos los debates y controversias que ha generado, así como las posibles implicaciones futuras de su presencia. A través de un enfoque multidisciplinario, este artículo busca brindar una comprensión más amplia y profunda de Francisco de Asís y su relevancia en la actualidad.
| San Francisco de Asís | |||
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Representación de san Francisco de Asís (fresco de Cimabue en la Basílica de Asís; se cree que es la imagen más fiel del santo) | |||
| Información personal | |||
| Nombre de nacimiento | Giovanni di Pietro Bernardone | ||
| Nombre en italiano | Francesco | ||
| Nombre en italiano | Francesco d'Assisi | ||
| Nacimiento |
1181/1182 Asís (Umbría-Ducado de Spoleto-Sacro Imperio Romano) | ||
| Fallecimiento |
3 de octubre de 1226 (44/45 años) Asís (Umbría-Estados Pontificios) | ||
| Sepultura | Basílica de San Francisco de Asís | ||
| Religión | Iglesia católica | ||
| Familia | |||
| Padres |
Pedro Bernardone Madona Pica | ||
| Información profesional | |||
| Ocupación | Poeta, diácono católico, escritor de literatura religiosa, escritor, predicador, misionero, clérigo regular, clérigo católico de rito romano, fundador, peregrino, teólogo, místico y fundador de orden o congregación | ||
| Área | Teología, misticismo, predicar, poesía, oración y estatuto | ||
| Cargos ocupados |
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| Información religiosa | |||
| Canonización | 16 de julio de 1228, en Asís, por el papa Gregorio IX | ||
| Festividad | |||
| Atributos | estigmas, calavera (en representación no solo del rechazo de la vida de placer, sino de la "hermana muerte"), lobo, aves | ||
| Venerado en | Iglesia católica, Iglesia anglicana. La Iglesia luterana evangélica en América lo conmemora como «renovador de la Iglesia». | ||
| Patronazgo | animales, medio ambiente, belenistas, comerciantes (en particular fabricantes de telas, sastres y tejedores), Italia, Perú, Filipinas, Quito (Ecuador), Milagro (Ecuador), Azogues (Ecuador), Meycauayan (Filipinas), Arribeños (Argentina), Tonalá (Chiapas -México), Telchac Pueblo (México), Tlaltenco (México), San Francisco de Conchos (México), California (EE. UU.), Real de Catorce (México), San Francisco del Rincón, Iguala (México), Pachuca (México), San Francisco del Mar (México), Huerta de Maule (Chile), Cájar (España), (San Francisco de Campeche -México), El Monte (Chile) | ||
| Santuario | Basílica de San Francisco de Asís (Italia) | ||
| Alumnos | Bernardo de Quintaval y Giovanni da Pian del Carpine | ||
| Orden religiosa | Orden Franciscana | ||
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reconocimientos
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Francisco de Asís (en italiano: Francesco d’Assisi, apodado il poverello d'Assisi, «el pobrecillo de Asís»; Asís, 1181/1182-Asís, 3 de octubre de 1226), de nombre secular Giovanni di Pietro di Bernardone, fue un santo umbro (italiano), diácono, también conocido como «El Padre Francisco» y fundador de la Orden Franciscana, de una segunda orden conocida como Hermanas Clarisas y una tercera conocidas como Tercera Orden Regular y Tercera Orden Seglar, todas surgidas bajo la autoridad de la Iglesia católica en la Edad Media. Destaca como una de las grandes figuras de la espiritualidad en la historia de la cristiandad.
Pasó de ser hijo de un rico comerciante de Asís a vivir en la más estricta pobreza y observancia de los Evangelios. En 1219, Francisco viajó a Egipto con la intención de convertir al sultán Al-Kamil y poner fin al conflicto de la Quinta Cruzada. En 1223, organizó el primer belén viviente como parte de la celebración anual de la Navidad en Greccio. Según la tradición cristiana, Francisco recibió los estigmas durante la aparición de un ángel serafín en un éxtasis religioso en 1224. En Egipto intentó infructuosamente la conversión de los musulmanes al cristianismo. Su vida religiosa fue austera y simple, por lo que animaba a sus seguidores a hacerlo de igual manera. Tal forma de vivir no fue aceptada por algunos de los nuevos miembros de la orden mientras esta crecía; aun así, Francisco no fue reticente a una reorganización. Es el primer caso conocido en la historia de estigmatizaciones visibles y externas. Fue canonizado por la Iglesia católica en 1228, y su festividad se celebra el 4 de octubre. Sus fiestas se asocian con el fin de la estación lluviosa, un fenómeno denominado «cordonazo de San Francisco».

En el siglo XII hubo cambios fundamentales en la sociedad de la época: el comienzo de las Cruzadas y el incremento demográfico, entre otros motivos, influyeron en el incremento del comercio y el desarrollo de las ciudades. La economía seguía teniendo su base fundamental en el campo dominado por el modo de producción feudal, pero los excedentes de su producción se canalizaban con mayor dinamismo que en la Alta Edad Media. Aunque todavía no se estaba produciendo una clara transición del feudalismo al capitalismo y los estamentos privilegiados (nobleza y clero) seguían siendo los dominantes, como lo fueron hasta la Edad Contemporánea, los burgueses (artesanos, mercaderes, profesionales liberales y hombres de negocios) comenzaban a tener posibilidades de ascenso social, y el comercio y la banca crecían dominados por el constante afán de lucro. La Iglesia católica, protagonista de ese tiempo, también se vio influida por la nueva riqueza: no eran pocas las críticas a algunos de sus ministros que se preocupaban más por el crecimiento patrimonial y sus relaciones políticas de conveniencia.
Debido a ello, diversos movimientos religiosos surgieron en rechazo a la creciente opulencia de la jerarquía eclesiástica en esa época, o se dedicaron a vivir más de acuerdo con los postulados de una vida pobre y evangélica. Algunos de ellos medraron afuera de la institución y vivieron a su manera; tales movimientos fueron condenados hasta el punto de considerarlos herejes, como el caso de los cátaros que predicaban entre otras cosas el rechazo al mundo material, a los sacramentos, a las imágenes y a la cruz. En cambio, otras organizaciones —como las creadas por san Francisco de Asís y santo Domingo de Guzmán— nacieron bajo sumisión a la autoridad católica y sus miembros fueron conocidos con el nombre genérico de «monjes mendicantes». Este movimiento extremó la práctica del voto de pobreza: sus miembros ya no vivían del trabajo de las tierras como el Císter reformado por san Bernardo de Claraval, sino que renunciaban incluso a poseer bienes propios. Así, las órdenes mendicantes terminaron por desempeñar un papel de primer orden en la vida de la Iglesia, al lograr que la mayoría de los católicos se alejase de la búsqueda de la opulencia, algo que tornaría en el siglo XIV.




Francisco de Asís nació con el nombre de Giovanni y fue el mayor de los siete hijos de Pietro di Bernardone dei Moriconi y la noble provenzal Joanna —conocida como Pica— de Bourlémont, con quien Pietro se casó en segundas nupcias en 1180 después de enviudar. Tuvo al menos un hermano más, de nombre Angelo.
Su padre era un próspero comerciante de telas que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a las ferias de Francia que tenían lugar entre mayo y septiembre. Entre algunas versiones, fue la afición a esta tierra por lo que su padre lo apodó después como Francesco o el francesito; también es probable que el pequeño fuera conocido más adelante de este modo por su afición a la lengua francesa y los cantos de los trovadores.
Recibió la educación regular de la época, en la que aprendió latín. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos, en sus correrías periódicas, ni en dar pródigas limosnas; como cualquier hijo de un potentado, tenía ambiciones de ser exitoso. Mimado por sus padres, Francisco llevó la vida alegre típica de un joven adinerado. De joven, se convirtió en devoto de los trovadores y le fascinaba todo lo transalpino. Francisco era guapo, ingenioso, galante y le encantaba la ropa elegante. Gastaba dinero a manos llenas. Aunque muchos hagiógrafos comentan la ropa brillante de Francisco, sus amigos ricos y su amor por los placeres, sus muestras de desilusión hacia el mundo que le rodeaba se manifestaron bastante pronto en su vida, como se muestra en la «historia del mendigo». En este relato, Francisco estaba vendiendo telas y terciopelos en el mercado en nombre de su padre cuando un mendigo se le acercó y le pidió limosna. Al terminar su transacción comercial, Francisco abandonó sus mercancías y corrió tras el mendigo. Cuando lo encontró, Francisco le dio al hombre todo lo que tenía en su bolsa. Los amigos de Francisco se burlaron de él por su caridad, mientras que su padre lo regañó con ira.
En sus años juveniles, Asís ya estaba envuelta en conflictos para reclamar su autonomía del Sacro Imperio Romano Germánico. En 1197 logró quitarse de encima la autoridad germánica. Desde 1198 el pontificado se hallaba en conflicto con dicho Imperio, y Francisco formó parte del ejército papal bajo las órdenes de Gualterio III de Brienne contra los germanos. En 1202 Asís se enfrascó en otra guerra contra Perugia, apoyada por los nobles desterrados de Asís. En la batalla de Ponte San Giovanni, conocida en italiano como batalla de Collestrada, en noviembre de 1202, Francisco fue hecho prisionero y estuvo cautivo por lo menos un año durante el cual una enfermedad llevó a Francisco a replantearse su vida. Sin embargo, a su regreso a Asís en 1203, Francisco volvió a su vida despreocupada.
Dos años más tarde, Francisco partió hacia Apulia para alistarse en el ejército de Gualterio III de Brienne. Mientras marchaba a pelear, durante una noche en Spoleto escuchó una voz que le recomendaba regresar a Asís. Así lo hizo y volvió ante la sorpresa de quienes lo vieron, siempre jovial pero envuelto ahora en meditaciones solitarias. Empezó a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal. Un día en que se mostró en un estado de quietud y paz sus amigos le preguntaron si estaba pensando en casarse, a lo que él respondió: «Estais en lo correcto, pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual». Hasta ese momento todavía no sabía él mismo exactamente el camino que había de tomar de ahí en adelante; fue después de reflexiones y oraciones que supo que la dama a quien se refería era la pobreza.
El punto culminante de su transformación se dio cuando, en una peregrinación a Roma, Francisco se unió a los pobres para mendigar en la Basílica de San Pedro. Pasó algún tiempo en lugares solitarios, pidiendo a Dios iluminación divina. Convivió con los leprosos, a quienes tiempo antes le parecía «extremadamente amargo» mirar. Francisco dijo que tuvo una visión mística de Jesucristo en la capilla abandonada de San Damián, en las afueras de Asís, en la que la cruz de San Damián, el icono de Cristo crucificado, le dijo: «Francisco, Francisco, ve y repara mi iglesia, que, como ves, está cayendo en ruinas». Francisco interpretó que se refería a la iglesia en ruinas en la que estaba rezando en ese momento, por lo que vendió algunas telas de la tienda de su padre para ayudar al sacerdote de allí. Entonces decidió vender el caballo y las mercancías de su padre en Foligno, regresó a San Damián con lo ganado y se lo ofreció al sacerdote, pero este lo rechazó. Cuando el sacerdote se negó a aceptar las ganancias ilícitas, Francisco, indignado, arrojó las monedas al suelo.Se dedicó después a la reconstrucción de la capilla de San Damián. Su padre, al darse cuenta de la conducta de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Un mes después fue él mismo el que decidió encarar a su padre. En el camino a su casa, las personas con que se encontró lo recibieron mal y, creyéndolo un lunático, le lanzaron piedras y lodo.
Su padre lo reprendió severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un calabozo. Al ausentarse el airado padre por los negocios, la madre lo liberó de las cadenas. Cuando regresó, fue ella quien recibió las reprimendas del señor de la casa, y fue otra vez en búsqueda del muchacho a San Damián, pero Francisco se plantó con calma y le reafirmó que enfrentaría cualquier cosa por amor a Cristo. Pietro di Bernardone, más preocupado por lo perdido de su patrimonio, acudió a las autoridades civiles a forzarlo a presentarse, pero el joven rehusó hacerlo con el argumento de no pertenecer ya a la jurisdicción civil, por lo que las autoridades dejaron el caso en manos de la Iglesia.
Francisco se sometió al llamado de la autoridad eclesial. Ante el requerimiento de devolver el dinero frente a su padre y a Guido, el obispo de Asís, no solo lo hizo, sino que se despojó de todas sus vestimentas mostrándose desnudo ante los jueces proclamando a Dios desde ese momento como su verdadero Padre. Ante esto, el obispo lo abrazó y le envolvió con su manto.
Durante los siguientes meses, Francisco vagó como mendigo por las colinas detrás de Asís. Pasó algún tiempo en un monasterio vecino trabajando como fregaplatos. Francisco se dirigió entonces a Gubbio, donde un amigo le dio limosna, un manto, un cinturón y un bastón de peregrino. De regreso a Asís, Francisco recorrió la ciudad pidiendo piedras para la restauración de San Damián. Las llevó a la antigua capilla, las colocó él mismo y, con el tiempo, la reconstruyó. Durante dos años, Francisco abrazó la vida de penitente, durante la cual restauró varias capillas en ruinas en los alrededores de Asís, entre ellas San Pietro in Spina (en la zona de San Petrignano, en el valle a un kilómetro aproximadamente de la actual Rivotorto, en propiedad privada y nuevamente en ruinas); y la Porziuncola, la pequeña capilla de Santa María de los Ángeles en la llanura justo debajo de la ciudad. Esta se convirtió más tarde en la morada favorita de Francisco. Poco a poco, se dedicó a cuidar a los leprosos en las colonias de leprosos cercanas a Asís.

Una mañana de febrero de 1208, Francisco participaba en una misa en la capilla de Santa María de los Ángeles, cerca de la cual se había construido una cabaña. El Evangelio del día era «El envío de los doce», del evangelio de Mateo, en el que los discípulos de Jesús reciben el encargo de ir y proclamar que el Reino de Dios está cerca. Francisco se sintió inspirado a dedicarse a una vida de pobreza. Allí fue donde recibió la revelación definitiva de su misión, probablemente el 24 de febrero de 1208, cuando escuchó estas palabras del Evangelio: «No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos...» (Lc., 10). Tras conseguir una túnica de lana gruesa, la vestimenta que llevaban entonces los campesinos más pobres de Umbría, Francisco se la ató con una cuerda anudada y se dedicó a exhortar a la gente del campo a la penitencia, el amor fraternal y la paz. Su predicación a la gente común era inusual, ya que Francisco no tenía licencia para hacerlo. Así, cambió su afán de reconstruir las iglesias por la vida austera y la prédica del Evangelio. Después de someterse a las burlas de quienes lo veían vestido casi de trapos, ahora su mensaje era escuchado con atención, y al contrario de otros grupos reformadores de la época, el suyo no era un mensaje de descalificaciones ni anatemas.
El ejemplo de Francisco atrajo a otros. En un año, tenía 11 seguidores. Los hermanos vivían una vida sencilla en la colonia de leprosos abandonada de Rivo Torto, cerca de Asís. Pasaban gran parte de su tiempo vagando por las zonas montañosas de Umbría, y con su sinceridad hacia las personas con las que se encontraban, a menudo les causaban una profunda impresión.
En unos meses sus discípulos fueron once: Bernardo di Quintavalle, Pedro Catani, Gil, Morico, Bárbaro, Sabbatino, Bernardo Vigilante, Juan de San Constanzo, Angelo Tancredo, Felipe y Giovanni de la Capella.
Bajo la pobreza que Francisco predicaba y pedía, los frailes hacían sus labores diarias atendiendo leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Pero las necesidades cotidianas hacían la colecta de limosna inevitable, labor que Francisco alentaba con alegría por haber elegido el camino de la pobreza. Comenzó también la expansión del mensaje evangélico, y para ello los estimuló a viajar de dos en dos. En 1209, Francisco compuso una regla sencilla para sus seguidores («frailes»), la Regula primitiva o «Regla primitiva», que provenía de versículos de la Biblia. La regla era «seguir las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y caminar tras sus pasos». A continuación, llevó a 11 seguidores a Roma para solicitar permiso al papa Inocencio III para fundar una nueva orden religiosa.


Hacia abril o mayo de 1209, Francisco decidió presentarse ante el papa Inocencio III para que le aprobara la primera regla de la Orden. Con ese fin, él y sus acompañantes emprendieron el viaje a Roma.
Al llegar a Roma, los hermanos se encontraron con el obispo Guido de Asís, que iba acompañado de Giovanni di San Paolo, el cardenal obispo de Sabina. El cardenal, que era confesor del papa Inocencio III, simpatizó inmediatamente con Francisco y accedió a representarlo ante el papa. Tras varios días, el papa accedió a admitir al grupo de manera informal, añadiendo que cuando Dios aumentara el grupo en gracia y número, podrían volver para una audiencia oficial. El grupo fue tonsurado. Esto era importante en parte porque reconocía la autoridad de la Iglesia y evitaba que sus seguidores fueran acusados de herejía, como había ocurrido con los valdenses décadas antes. Aunque varios de los consejeros del papa consideraban que el modo de vida propuesto por Francisco era inseguro y poco práctico, tras un sueño en el que vio a Francisco sosteniendo la Basílica de Letrán, decidió respaldar la orden de Francisco. Según la tradición, esto ocurrió el 16 de abril de 1210 y constituyó la fundación oficial de la Orden Franciscana. El grupo, entonces llamado «Hermanos Menores» (Orden de los Hermanos Menores, también conocida como Orden Franciscana u Orden Seráfica), se centró en la Porciúncula y predicó primero en Umbría, antes de expandirse por toda Italia. Francisco fue posteriormente ordenado diácono, pero no sacerdote.
El papa por fin aprobó la regla verbalmente, al convencerse de que la ayuda de un hombre como Francisco reforzaría la imagen de la Iglesia con su prédica y su práctica del Evangelio. No se conoce el contenido de esta primera regla. Fue por esta época (seis años después de su conversión según Tomás de Celano) cuando fundó, junto con Clara de Asís, la llamada segunda orden.
A partir de entonces, la nueva orden creció rápidamente. Al escuchar a Francisco predicar en la iglesia de San Rufino en Asís en 1211, la joven noble Clara de Asís decidió vivir como ellos. Su primo Rufino también quiso unirse. La noche del Domingo de Ramos, 28 de marzo de 1212, Clara abandonó clandestinamente el palacio de su familia. Francisco la recibió en la Porciúncula y así fundó la Orden de las Clarisas. Le dio a Clara un hábito religioso, una prenda similar a la suya, antes de alojarla a ella, a su hermana menor Caterina y a otras jóvenes en un monasterio cercano de monjas benedictinas hasta que Francisco pudiera proporcionarles un monasterio adecuado. Más tarde, las trasladó a San Damián, a unas pequeñas cabañas o celdas. Este se convirtió en el primer monasterio de la Segunda Orden Franciscana u Orden de Santa Clara, actualmente conocida como Clarisas.
Para aquellos que no podían abandonar sus asuntos, Francisco formó más tarde la Tercera Orden de Hermanos y Hermanas de la Penitencia, una fraternidad compuesta por laicos o clérigos cuyos miembros no se retiraban del mundo ni hacían votos religiosos. En cambio, observaban los principios de la vida franciscana en su vida cotidiana. En poco tiempo, la Tercera Orden, actualmente denominada Orden Franciscana Seglar, se extendió más allá de Italia.
Camino de vuelta a Asís, él y sus acompañantes se ubicaron en un lugar llamado Rivotorto, donde consolidaron sus principios de vivir en la pobreza, conviviendo entre los campesinos locales y atendiendo a leprosos; desde entonces se hacían llamar a sí mismos Hermanos Menores o Frailes Menores (el nombre fundacional de la congregación es Ordo Fratrum Minorum, abreviado O.F.M.).
Después de la estadía en Rivotorto, buscó una sede para su orden; para ello pidió la ayuda del obispo Guido, pero no consiguió respuesta favorable. Fue un abad benedictino del Monte Subasio quien le ofreció la capilla de la Porciúncula y un terreno adyacente (propiamente la partecita, la porcioncita). Francisco aceptó, pero no como un regalo, sino que pagaba como renta canastas con peces.

Dentro del ánimo de la época de los viajes hacia el Este, hizo un intento de ir a Siria para la expansión del Evangelio en la tierra de los llamados «infieles». Esto sucedió probablemente a finales de 1212 y nuevamente en 1214. Ambas empresas se frustraron.
Antes de 1215 el número de frailes se había incrementado, no solo en Italia sino en el sur de Francia y en los reinos de España. Viajaban los franciscanos de dos en dos y convivían con la gente común; además, establecían ermitas en las afueras de las ciudades.
Durante el Concilio de Letrán de 1215, la organización adquirió un fuerte estatus legal; en ese año se decretó que toda nueva orden debía adoptar la Regla de san Benito o la de san Agustín. Para los Frailes Menores no hubo necesidad de esto, por haber sido aceptados seis años antes (aunque de palabra y no oficialmente). En este concilio el papa Inocencio III tomó la letra Tau como símbolo de conversión y señal de la cruz; de ahí en adelante, el poverello fue devoto de este símbolo.
En esa época, el cardenal Ugolino de Segni les ofreció a él y a Domingo de Guzmán la posibilidad de formar cardenales de las filas de sus órdenes. Francisco, según las crónicas de Tomás de Celano, acorde con sus principios respondió: «Eminencia: mis hermanos son llamados frailes menores, y ellos no intentan convertirse en mayores. Su vocación les enseña a permanecer siempre en condición humilde. Mantenedlos así, aún en contra de su voluntad, si Vuestra Eminencia los considera útiles para la Iglesia. Y nunca, os lo ruego, les permitáis convertirse en prelados».
En 1216, bajo el pontificado de Honorio III, se promovió la indulgencia plenaria a favor de todo aquel que visitara la iglesia de Santa María de los Ángeles de Porciúncula. Obtuvo Francisco esa gracia del papa para que la peregrinación se realizara una vez al año, pero bajo fuerte oposición, puesto que pocos lugares podían disfrutar de tan alto privilegio.
A partir de 1217, organizó capítulos en el que los Frailes Menores se reunían para intercambiar experiencias; para la organización apropiada de los territorios en que los frailes se habían dispersado, organizó también provincias de evangelización. Decidido a llevar el Evangelio a todos los pueblos y dejar que Dios los convirtiera, Francisco intentó en varias ocasiones llevar su mensaje fuera de Italia.
Aproximadamente en 1211, un capitán de la familia Medrano ostentaba el señorío del castillo y la villa de Agoncillo, situada cerca de la ciudad de Logroño, en la región de La Rioja, España. El hijo de Medrano padecía una misteriosa enfermedad incurable. En 1211, San Francisco de Asís recorrió esos mismos caminos de Agoncillo. De manera santa, visitó el castillo de Agoncillo de Medrano, puso sus manos místicas sobre el niño enfermo y lo curó milagrosamente, asegurando el linaje de Medrano en Agoncillo.
La familia Medrano donó generosamente unas tierras, incluida una torre, situadas cerca del río Ebro dentro de la ciudad de Logroño como regalo a San Francisco, donde este estableció el primer convento español de su orden.

Hacia el capítulo de 1219, la orden tuvo sus primeras disensiones respecto de las normas de pobreza dictadas por Francisco. Algunos persuadieron al cardenal Ugolino de Segni para que hablara con él, a fin de que la orden fuera dirigida por hermanos «más sabios» y de acuerdo con reglas como la de san Benito, a lo que el poverello se opuso recalcando la forma de vida de humildad y simplicidad. La innovación que brotó de este encuentro fue la organización de misiones a las llamadas «tierras paganas».
A finales de la primavera de 1212, Francisco partió hacia Jerusalén, pero naufragó a causa de una tormenta en la costa de Dalmacia, lo que le obligó a regresar a Italia. El 8 de mayo de 1213, Francisco recibió como regalo del conde Orlando di Chiusi el uso de la montaña de La Verna (Alverna), que describió como «eminentemente adecuada para quien desee hacer penitencia en un lugar alejado de la humanidad». La montaña se convertiría en uno de sus retiros favoritos para la oración.
En el contexto de la quinta cruzada (1217-1221), en 1219 se embarcó hacia el oriente, pasando por Chipre, San Juan de Acre y Damieta en el delta del Nilo, donde los cruzados estaban bajo la orden del duque Leopoldo VI de Austria. Allí, Francisco los previno de que había sido alertado por Dios de que no realizaran ningún ataque; ante sus palabras, los soldados se burlaron de él. El resultado de la siguiente batalla fue un desastre para los cruzados. Continuó su estadía y el aprecio hacia su persona crecía, incluso algunos caballeros abandonaron las armas para convertirse en frailes menores.
Según algunas fuentes tardías, el sultán concedió a Francisco permiso para visitar los lugares sagrados de Tierra Santa e incluso para predicar allí. Lo único que se puede afirmar con certeza es que Francisco y su compañero abandonaron el campamento cruzado para dirigirse a Acre, desde donde embarcaron hacia Italia en la segunda mitad de 1220.
Tomó como misión la conversión de los musulmanes. Para ello se acompañó del hermano Illuminato para adentrarse en esas tierras; al encontrarse con los primeros soldados sarracenos fue golpeado, pero inmediatamente pidió ser llevado ante el sultán de Egipto al-Kamil al-Malik.
Durante la Quinta Cruzada en 1219, Francisco fue a Egipto, donde un ejército cruzado había acampado durante más de un año sitiando la ciudad amurallada de Damieta. Le acompañaba fray Illuminatus de Arce y esperaba convertir al sultán de Egipto o morir mártir en el intento. El sultán, Al-Kamil, sobrino de Saladino, había sucedido a su padre como sultán de Egipto en 1218 y estaba acampado río arriba de Damieta. El 29 de agosto de 1219, los cristianos lanzaron un sangriento y fútil ataque contra la ciudad, tras lo cual ambas partes acordaron un alto el fuego que duró cuatro semanas. Probablemente durante este interludio, Francisco y su compañero cruzaron las líneas musulmanas y fueron llevados ante el sultán, permaneciendo en su campamento durante unos días. Los informes no dan información sobre lo que ocurrió durante el encuentro, más allá de señalar que el sultán recibió a Francisco con amabilidad y que Francisco predicó a los musulmanes. Regresó ileso. Ninguna fuente árabe conocida menciona la visita.
Según las crónicas de san Buenaventura, el poverello, en su afán de convertirlo al cristianismo, invitó a los ministros religiosos musulmanes a entrar con él en una gran fogata (equivalente a una ordalía o prueba del fuego), para así demostrar qué religión era la verdadera; los mulás rehuyeron la propuesta. Francisco ofreció entrar solo y retó al Sultán a que, si salía ileso, se convertiría al cristianismo e incitaría a su pueblo a hacerlo; el príncipe rechazó también esa posibilidad. Al final, sus pretensiones se frustraron. En reconocimiento, el sultán de Egipto entregó a Francisco un cuerno de marfil finamente tallado que habría oficiado de pasaporte en tierras musulmanas y que se conserva en la Basílica de Asís. Tiempo después, Francisco obtuvo del sultán al-Mu'azzam de Damasco, hermano de al-Kamil, permiso solo para visitar Siria y Tierra Santa.
Basándose en un sermón de 1267 de Bonaventura, fuentes posteriores informan de que el sultán se convirtió en secreto o aceptó el bautismo en su lecho de muerte como resultado de su encuentro con Francisco.
Durante su ausencia, la orden sufrió una crisis: hubo disensiones, falta de organización y desacuerdos con la ruda vida diaria. El rumor sobre la muerte de Francisco en el Oriente dio pie a implantar reformas, entre ellas ciertas medidas disciplinarias, ayunos e incluso la institución de una casa de estudio en Bolonia; muchos consideraron estos cambios contrarios a la idea original del fundador.
La creciente orden de frailes se dividió en provincias; se enviaron grupos a Francia, Alemania, Hungría y España, así como a Oriente. Al recibir la noticia del martirio de cinco hermanos en Marruecos, Francisco regresó a Italia pasando por Venecia. El cardenal Ugolino di Conti fue entonces nombrado por el papa protector de la orden. Otra razón para el regreso de Francisco a Italia fue que la Orden Franciscana había crecido a un ritmo sin precedentes en comparación con las órdenes religiosas anteriores, pero su sofisticación organizativa no había seguido el ritmo de este crecimiento y apenas tenía más para gobernarla que el ejemplo de Francisco y su sencilla regla. Para abordar este problema, Francisco preparó una nueva regla más detallada, la «Primera Regla» o «Regla sin bula papal» (Regula prima, Regula non bullata), que reafirmaba la devoción por la pobreza y la vida apostólica. Sin embargo, también introducía una mayor estructura institucional, aunque esta nunca fue respaldada oficialmente por el papa.
El hermano Pedro fue sucedido por el hermano Elías como vicario de Francisco. Dos años más tarde, Francisco modificó la «Primera Regla» y creó la «Segunda Regla» o «Regla con bula», que fue aprobada por el papa Honorio III el 29 de noviembre de 1223. Como regla oficial de la orden, instaba a los frailes a «observar el Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia sin nada propio y en castidad». Además, establecía normas para la disciplina, la predicación y la entrada en la orden. Una vez que la regla fue respaldada por el papa, Francisco se retiró cada vez más de los asuntos externos. En 1221 y 1222, cruzó Italia, primero hacia el sur hasta Catania en Sicilia y después hacia el norte hasta Bolonia.
Las nuevas disposiciones tuvieron un nuevo Ministro General y una nueva regla, la de 1221 (Regla no bulada) que entre otros temas trató el año de noviciado, la prohibición del vagabundeo y de la desobediencia ante órdenes contrarias a los principios franciscanos.
Ante el incremento de las vocaciones y el peligro de inclusión de gente de dudosa vocación espiritual, nació la llamada Venerable Orden Tercera, para permitir a hombres y mujeres laicos vivir el Evangelio tras las huellas de Francisco. Obtuvo su estatus legal en 1221 también con la ayuda del cardenal Ugolino de Segni. Es en posteriores escritos como se rescata su contenido, porque el original se perdió. Consistía de trece capítulos en los que se reglamentaba la santificación personal de los terciarios, su vida social y la organización de la nueva fraternidad.
Bajo influencia nuevamente de dicho cardenal, la orden reabrió el convento de Bolonia para el estudio, a pesar de la convicción de Francisco de la primacía de la oración y la prédica de los Evangelios sobre la educación formal.

Bajo la insistencia de ministros de la orden, fue obligado a redactar una nueva regla, ya que ciertos opositores a la entonces vigente consideraban que le faltaba consistencia y definición, y que eso le impedía obtener una definitiva aprobación por parte de la Santa Sede. Nuevamente aceptó las exigencias. Para ello se retiró dos veces a la ermita de Fonte Colombo cerca de Rieti, a redactar una definitiva regla bajo ayuno y oración. El 29 de noviembre de 1223, con otra participación del cardenal Ugolino de Segni, la regla tuvo su forma definitiva y fue aprobada por el papa Honorio III.
Terminada la labor de aprobación de la regla definitiva, Francisco decidió retornar a Umbría. Debido a la cercanía de la Navidad, a la que él tenía especial aprecio, quiso celebrarla de manera particular ese año de 1223; para ello convidó a un noble de la ciudad de Greccio, de nombre Juan, a festejar el nacimiento de Jesucristo en una loma rodeada de árboles y llena de cuevas de un terreno de su propiedad.
Pretendió que la celebración se asemejara lo más posible a la natividad de Jesús de Nazaret, y montó un pesebre con animales y heno; pobladores y frailes de los alrededores acudieron a la misa en procesión. Allí el poverello asistió como diácono y predicó un sermón. Aunque no fue la primera celebración de este tipo, es considerada un importante acontecimiento religioso, una fiesta única. Asimismo, se considera que en esa celebración, san Francisco inventó los nacimientos, pesebres o belenes, escenificaciones plásticas del nacimiento de Cristo.



En junio de 1224, Francisco asistió al que fue su último capítulo general de la orden. Hacia principios de agosto, decidió hacer un viaje a un lugar aislado llamado Monte Alvernia, a unos 160 kilómetros al norte de Asís; escogió para este viaje a algunos de sus compañeros: León, Angelo, Illuminato, Rufino y Masseo, a quien el poverello puso al mando del grupo.
Estando en la cima, fue visitado por el conde Orlando de Chiusi, quien llevaba provisiones a los hermanos. Francisco le pidió construirle una cabaña a manera de celda, donde después se aisló. La oración ocupó un lugar central en la vida de Francisco; para ello buscaba la vida eremítica, el silencio y soledad interior. Reforzaba sus plegarias postrándose, ayunando, e incluso, gesticulando. Mientras Francisco rezaba en la montaña de Verna, durante un ayuno de 40 días en preparación para el día de San Miguel (29 de septiembre), se dice que tuvo una visión el 17 de septiembre de 1224, tres días después de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, como resultado de la cual Francisco recibió los estigmas.
En ese lugar, fray León fue testigo de los actos de su soledad: lamentos por el futuro de la orden y estados de éxtasis. Al saber que era espiado, decidió irse a un sitio más apartado en una saliente de montaña. En la fiesta de la Asunción, Francisco decidió hacer un ayuno de cuarenta días. Por órdenes del poverello, fray León lo visitaba dos veces para llevarle pan y agua. Según los relatos que recogieron los testimonios de León, este fue testigo de la aproximación y alejamiento de una bola de fuego que bajaba del cielo; por este prodigio, Francisco le comentó que algo grande estaría por ocurrir. Le hizo abrir tres veces el misal para encontrar respuesta, y las tres veces se abrió en la historia de la Pasión de Jesús.
El hermano León, que estaba con Francisco en ese momento, dejó un relato claro y sencillo del suceso, el primer relato definitivo del fenómeno de los estigmas. «De repente, tuvo una visión de un serafín, un ángel de seis alas sobre una cruz. Este ángel le concedió el don de las cinco llagas de Cristo». Afectado por estos estigmas y por el tracoma, Francisco recibió cuidados en varias ciudades (Siena, Cortona, Nocera), pero sin resultado. Comenzó a quedarse ciego y el obispo de Ostia ordenó que le operaran los ojos, lo que significaba cauterizarlos con hierros calientes. Francisco afirma no haber sentido nada cuando le hicieron esto. Al final, lo llevaron de vuelta a una cabaña junto a la Porciúncula. Allí, Francisco pasó sus últimos días dictando su testamento espiritual.
Probablemente el 14 de septiembre de 1224, oró para recibir dos gracias antes de morir: sentir la Pasión de Jesús, y una enfermedad larga con una muerte dolorosa. Después de intensas oraciones, entonces en un trance profundo —según relato de San Buenaventura— supuestamente se le presentó un serafín rodeado por seis alas angélicas, y le imprimió las señales de la crucifixión en las manos, los pies y el costado; posteriormente, sus hermanos vieron los estigmas de Francisco, que él conservó por el resto de su vida. Sin embargo, se dice que Francisco —al igual que otros santos estigmatizados— hizo todo lo posible para ocultarlos a la vista de los demás por considerarse indigno, no del dolor que sentía, sino de ser portador de las señales de la Pasión de Cristo. Por eso, fue desde entonces con las manos metidas entre las mangas del hábito, y con los pies cubiertos por medias y zapatos.
En 1935, el Dr. Edward Frederick Hartung concluyó que Francisco contrajo tracoma mientras estaba en Egipto y murió de malaria cuartana. Estos datos se publicaron en los Annals of Medical History.

Retornó a la Porciúncula acompañado solo por León; en su camino hubo muestras de veneración al estigmatizado, aparentemente su acompañante hacía saber a todos acerca del prodigio. Mientras tanto, su salud —que desde mucho tiempo antes nunca fue buena del todo— empeoraba: El sangrado de sus heridas lo hacía sufrir constantemente. En el verano de 1225 pasó un tiempo en San Damián bajo el cuidado de sus allegados. Durante esta temporada compuso el Cántico de las criaturas, que hizo también cantar a sus compañeros.
Se encaminó luego a Rieti, rodeado del entusiasmo popular por tocarlo o arrancar algún pedacito del paupérrimo sayo que vestía, y se instaló en el palacio del obispo. Después se hospedó en Fonte Colombo, donde fue sometido a tratamiento médico, que incluyó cauterizar con un hierro ardiente la zona desde la oreja hasta la altura de la ceja de uno de sus ojos; según los relatos, Francisco no sintió dolor al «platicar» con el fuego para que no lo dañara. Otro intento para ser tratado por renombrados médicos fue hecho en Siena, sin buen resultado. Deseó volver a la Porciúncula a pasar sus últimos días; arribó a Asís y fue llevado al palacio del obispo y resguardado por hombres armados, puesto que la localidad estaba en estado de guerra. En su lecho escribió su Testamento. En sus últimos momentos entonó nuevamente su Cántico al Hermano Sol —al que agregó un nuevo verso dedicado a la hermana Muerte— junto con Angelo y León. De acuerdo con su último deseo, fue encaminado a la Porciúncula, donde se estableció en una cabaña cercana a la capilla. Murió el 3 de octubre de 1226 a la edad de 44.
Así relata san Buenaventura la verificación de las llagas de Francisco después de su muerte:
Al emigrar de este mundo, el bienaventurado Francisco dejó impresas en su cuerpo las señales de la Pasión de Cristo. Se veían en aquellos dichosos miembros unos clavos de su misma carne, fabricados maravillosamente por el poder divino y tan connaturales a ella, que, si se les presionaba por una parte, al momento sobresalían por la otra, como si fueran nervios duros y de una sola pieza. Apareció también muy visible en su cuerpo la llaga del costado, semejante a la del costado herido del Salvador. El aspecto de los clavos era negro, parecido al hierro; mas la herida del costado era rojiza y formaba, por la contracción de la carne, una especie de círculo, presentándose a la vista como una rosa bellísima. El resto de su cuerpo, que antes, tanto por la enfermedad como por su modo natural de ser, era de color moreno, brillaba ahora con una blancura extraordinaria. Los miembros de su cuerpo se mostraban al tacto tan blandos y flexibles, que parecían haber vuelto a ser tiernos como los de la infancia. Tan pronto como se tuvo noticia del tránsito del bienaventurado Padre y se divulgó la fama del milagro de la estigmatización, el pueblo en masa acudió en seguida al lugar para ver con sus propios ojos aquel portento, que disipara toda duda de sus mentes y colmara de gozo sus corazones afectados por el dolor. Muchos ciudadanos de Asís fueron admitidos para contemplar y besar las sagradas llagas. Uno de ellos llamado Jerónimo, caballero culto y prudente además de famoso y célebre, como dudase de estas sagradas llagas, siendo incrédulo como Tomás, movió con mucho fervor y audacia los clavos y con sus propias manos tocó las manos, los pies y el costado del Santo en presencia de los hermanos y de otros ciudadanos; y resultó que, a medida que iba palpando aquellas señales auténticas de las llagas de Cristo, amputaba de su corazón y del corazón de todos la más leve herida de duda. Por lo cual desde entonces se convirtió, entre otros, en un testigo cualificado de esta verdad conocida con tanta certeza, y la confirmó bajo juramento poniendo las manos sobre los libros sagrados.San Buenaventura, Leyenda Mayor de San Francisco 15,4
Al día siguiente, el cortejo fúnebre se encaminó hacia San Damiano y después a San Giorgio, donde fue sepultado. Sus restos se encuentran en la Basílica de San Francisco en Asís. El 16 de julio de 1228, Francisco fue declarado santo por el papa Gregorio IX (el antiguo cardenal Ugolino di Conti, amigo de Francisco y cardenal protector de la Orden).— lo canonizó mediante la bula Mira circa nos el 16 de julio de 1228, meses antes del segundo aniversario de su muerte.
Al día siguiente, el papa colocó la primera piedra de la Basílica de San Francisco en Asís. Francisco fue enterrado el 25 de mayo de 1230, bajo la Basílica Inferior, pero su tumba fue pronto ocultada por orden del hermano Elías para protegerla de los invasores sarracenos. El lugar de enterramiento de Francisco permaneció desconocido hasta que fue redescubierto en 1818. Pasquale Belli construyó entonces una cripta para los restos en la Basílica Inferior. Entre 1927 y 1930, Ugo Tarchi la remodeló hasta darle su forma actual. En 1978, los restos de Francisco fueron examinados y confirmados por una comisión de eruditos nombrados por el papa Pablo VI y depositados en una urna de cristal en la antigua tumba de piedra. Su canonización se relata con gran detalle en la Vita Prima de Tommaso da Celano.

Al no ser sacerdote, en vez de dar doctrina, practicaba una predicación exhortativa, esto es, incitaba a la conversión y a vivir una vida evangélica; predicaba también con el ejemplo, con su estilo de vida aliada a la pobreza. Su manera de predicar era por medio de laudas, o alabanzas, con el objetivo de llamar la atención de los hombres a honrar al Ser Supremo.
Según Tommaso da Celano, su primer biógrafo:
Cuando, estando en público, se sentía de pronto afectado por visitas del Señor, para no estar ni entonces fuera de la celda hacía de su manto una celdilla … Siempre encontraba la manera de ocultarse a la mirada de los presentes … hasta el punto de orar entre muchos sin que lo advirtieran en la estrechez de la nave.

Francisco se propuso imitar a Cristo y llevar a cabo literalmente su obra. Esto es importante para comprender el carácter de Francisco, su afinidad con la Eucaristía y su respeto por los sacerdotes que administraban el sacramento. Francisco predicaba: «Tu Dios es de tu carne, vive en tu vecino más cercano, en cada hombre».
Francisco y sus seguidores celebraban e incluso veneraban la pobreza, que era tan fundamental en su carácter que, en su última obra escrita, el Testamento, Francisco dijo que la pobreza personal y corporativa absoluta era el estilo de vida esencial para los miembros de su orden.
Francisco creía que la naturaleza misma era el espejo de Dios. Llamaba a todas las criaturas sus «hermanos» y «hermanas» e incluso predicaba a los pájaros y supuestamente persuadió a un lobo en Gubbio para que dejara de atacar a algunos lugareños si estos accedían a alimentarlo. El profundo sentido de hermandad bajo Dios de Francisco abarcaba a los demás y declaró que «no se consideraba amigo de Cristo si no apreciaba a aquellos por quienes Cristo murió».
La visita de Francisco a Egipto y su intento de acercamiento con el mundo musulmán tuvieron consecuencias de gran alcance, mucho más allá de su propia muerte, ya que tras la caída del Reino Cruzado, serían los franciscanos, de entre todos los católicos, a quienes se les permitiría permanecer en Tierra Santa y ser reconocidos como «Custodios de Tierra Santa» en nombre de la Iglesia católica.
En Greccio, cerca de Asís, alrededor de 1220, Francisco celebró la Navidad montando el primer «presepio» o «belén» (Escena de la Natividad) conocido. Sus imágenes de la natividad reflejaban la escena de las pinturas tradicionales. Francisco utilizó animales reales para crear una escena viva, de modo que los fieles pudieran contemplar el nacimiento del niño Jesús de forma directa, haciendo uso de los sentidos, especialmente la vista. Tanto Tomás de Celano como Bonaventura, biógrafos de Francisco, cuentan cómo utilizó solo un pesebre lleno de paja (comederos) situado entre un buey y un burro reales. Según Tomás, era hermoso en su simplicidad, con el pesebre actuando como altar para la misa de Navidad.

Algunos comentaristas modernos y defensores de los derechos de los animales han descrito erróneamente a Francisco como vegetariano. Sin embargo, los registros históricos indican que sí consumía carne, y sus primeros biógrafos no mencionan que Francisco siguiera una dieta sin carne. El plato favorito de Francisco era el pastel de gambas.
Francisco predicaba la doctrina cristiana de que el mundo fue creado bueno y hermoso por Dios, pero que necesita redención debido al pecado humano. Como alguien que veía a Dios reflejado en la naturaleza, «San Francisco era un gran amante de la creación de Dios...» En el Cántico de las criaturas, da gracias a Dios por el hermano sol, la hermana luna, el hermano viento, el Agua, el Fuego y la Tierra, a los que considera alabanzas a Dios.
Muchas de las historias que rodean la vida de Francisco dicen que sentía un gran amor por los animales y el medio ambiente. Los Fioretti («Florecillas») son una recopilación de leyendas y folclore que surgieron tras la muerte de Francisco. Una de las historias describe cómo un día, mientras Francisco viajaba con algunos compañeros, se encontraron con un lugar en el camino donde los árboles a ambos lados estaban llenos de pájaros. Francisco dijo a sus compañeros: «Esperadme mientras voy a predicar a mis hermanas las aves». Las aves lo rodearon, intrigadas por el poder de su voz, y ninguna de ellas se alejó volando. A menudo se le representa con un pájaro, normalmente en la mano.
Otra leyenda de los «Fioretti» cuenta que en la ciudad de Gubbio, donde Francisco vivió durante algún tiempo, había un lobo «aterrador y feroz, que devoraba tanto a hombres como a animales». Francisco subió a las colinas y, cuando encontró al lobo, hizo la señal de la cruz y le ordenó que se acercara a él y no hiciera daño a nadie. Luego, Francisco condujo al lobo a la ciudad y, rodeado por los ciudadanos asustados, hizo un pacto entre ellos y el lobo. Como el lobo había «hecho el mal por hambre», los habitantes de la ciudad debían alimentarlo regularmente. A cambio, el lobo ya no los atacaría a ellos ni a sus rebaños. De esta manera, Gubbio se liberó de la amenaza del depredador.
El 29 de noviembre de 1979, el papa Juan Pablo II declaró a Francisco santo patrón de la ecología. El 28 de marzo de 1982, Juan Pablo II dijo que el amor y el cuidado de Francisco por la creación era un reto para los católicos contemporáneos y un recordatorio de «no comportarse como depredadores disidentes en lo que respecta a la naturaleza, sino asumir la responsabilidad de la misma, cuidándola para que todo se mantenga sano e integrado, a fin de ofrecer un entorno acogedor y amigable incluso a quienes nos sucedan». El mismo Papa escribió con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, el 1 de enero de 1990, que Francisco «invitó a toda la creación —animales, plantas, fuerzas naturales, incluso al hermano sol y a la hermana luna— a dar honor y alabanza al Señor. El pobre de Asís nos da un testimonio impactante de que, cuando estamos en paz con Dios, somos más capaces de dedicarnos a construir esa paz con toda la creación, que es inseparable de la paz entre todos los pueblos».
En 2015, el papa Francisco publicó su encíclica «Laudato si'», sobre la crisis ecológica y el «cuidado de nuestra casa común», que toma su nombre del Cántico de las criaturas, compuesto por Francisco de Asís. Presenta a Francisco como «el ejemplo por excelencia del cuidado de los vulnerables y de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad». Esto inspiró el nacimiento del Movimiento Laudato Si' , una red global de casi 1000 organizaciones que promueven el mensaje de Laudato si y el enfoque franciscano de la ecología.

La fiesta de Francisco se celebra el 4 de octubre. Una fiesta secundaria en honor a los estigmas recibidos por Francisco, celebrada el 17 de septiembre, se insertó en el Calendario romano general en 1585 (más tarde que el calendario tridentino) y se suprimió en 1604, pero se restableció en 1615. En el Nuevo Misal Romano de 1969, se eliminó de nuevo del Calendario General, por considerarse una duplicación de la fiesta principal del 4 de octubre, y se dejó en los calendarios de determinadas localidades y de la Orden Franciscana. Sin embargo, en todos los lugares donde se utiliza el Misal Tridentino, la fiesta de los Estigmas permanece en el Calendario General.
Francisco es honrado en la Iglesia católica, las Iglesias evangélicas luteranas, la Comunión anglicana (con una fiesta menor en la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Anglicana de Canadá, y la Iglesia Episcopal de Estados Unidos) y la Iglesias Católicas Antiguas, entre otras iglesias y comunidades religiosas, el 4 de octubre.
La festividad de Francisco de Asís marca el final de la temporada de Creationtide en varias iglesias cristianas, que comienza con la Fiesta de la Creación (1 de septiembre). Es una práctica popular en el día de la fiesta de Francisco que la gente lleve a sus mascotas y otros animales a la iglesia para que los bendigan.
El 13 de marzo de 2013, tras su elección como Papa, el arzobispo y cardenal Jorge Mario Bergoglio, de Argentina, eligió Francisco como su nombre papal en honor a Francisco de Asís, convirtiéndose en el papa Francisco.

El 18 de junio de 1939, el papa Pío XII nombró a Francisco santo patrón conjunto de Italia junto con Catalina de Siena mediante la carta apostólica «Licet Commissa». El papa Pío también mencionó a los dos santos en el discurso laudatorio que pronunció el 5 de mayo de 1949 en la iglesia de Santa Maria sopra Minerva.
Francisco es el patrón de los animales y la ecología. Como tal, es el santo patrón del Movimiento Laudato Si', una red que promueve el paradigma ecológico franciscano tal y como se describe en la encíclica Laudato Si'.
También se le considera el patrón contra la muerte en soledad; contra el fuego; patrón de la Orden Franciscana y de la Acción Católica; de las familias, la paz y los trabajadores de la costura, y varias congregaciones religiosas.
Es el patrón de muchas iglesias y otros lugares de todo el mundo, entre ellos: Italia; San Pawl il-Baħar, Malta; Freising, Alemania; Lancaster (Lancashire); Kottapuram, India; Buhi en Camarines Sur, Filipinas; General Trias, Filipinas; San Francisco; Santa Fe, Nuevo México; Colorado; Salina, Kansas; Metuchen en Nueva Jersey; y Quibdó, Colombia.
El 1 de octubre de 2025, el Parlamento italiano aprobó una ley que (re)instaura el 4 de octubre como fiesta nacional.
Uno de los resultados del Movimiento de Oxford en la Iglesia Anglicana durante el siglo XIX fue el restablecimiento de las órdenes religiosas, incluidas algunas de inspiración franciscana. Las principales comunidades anglicanas de tradición franciscana son la Comunidad de San Francisco (mujeres, fundada en 1905), las Clarisas de la Reparación (P.C.R.), la Sociedad de San Francisco (hombres, fundada en 1934) y la Comunidad de Santa Clara (mujeres, de clausura).
Una orden fundada en Estados Unidos dentro de la comunión anglicana es la orden de clarisas fundada en Seattle (diócesis de Olympia), Las Hermanitas de Santa Clara.
La Iglesia anglicana conservó la tradición católica de bendecir a los animales el 4 de octubre, día de San Francisco, o en fechas cercanas, y más recientemente las iglesias luteranas y otras iglesias protestantes han adoptado esta práctica.
Desde el siglo XIX han surgido varios grupos protestantes que se esfuerzan por adherirse a las enseñanzas de San Francisco.
También hay algunas pequeñas comunidades franciscanas dentro del protestantismo europeo y la Iglesia católica antigua. Hay algunas órdenes franciscanas en las iglesias luteranas, entre ellas la Orden de los Franciscanos Luteranos, la Hermandad Evangélica de María y la Evangelische Kanaan Franziskus-Bruderschaft (Hermandad Franciscana de Canaán).

Entre los escritos reconocidos de Francisco de Asís están:
Primeras biografías, con fechas probables de autoría:


La figura del poverello ha sido objeto de las artes, a manera de ejemplo:
En el cine y la televisión se han llevado a cabo largometrajes, documentales y telefilmes:
En la literatura y la poesía:

Los Fioretti —de autor anónimo— son una recopilación de hechos de Francisco, de algunos de los frailes que lo acompañaban y de san Antonio de Padua. Escritas en la segunda mitad del siglo XIV, no constituyen una biografía sino una exaltación de las virtudes del poverello y de su vida simple para edificación del lector.
Por ejemplo, en la historia de Cómo Francisco libró de un lobo feroz a la ciudad de Gubbio, el poverello fue a buscar a la fiera que atacaba a los habitantes de la localidad. Logró hacer un pacto con él al «convencerlo» de no seguir sus fechorías a cambio que los pobladores le darían el sustento que necesitaba. La bestia puso una pata delantera sobre la mano de Francisco en señal de asentimiento. Logró convivir con la gente y murió dos años después de viejo.
Otros: Cómo San Francisco fue a convertir al sultán de Babilonia, Cómo un joven regaló unas tórtolas a San Francisco …, Cómo San Francisco sanó a un leproso de alma y cuerpo, etc.
Tradicionalmente contiene 53 capítulos; a través del tiempo se agregaron otros relatos que tienen como protagonistas a los frailes Junípero y Gil. De este último hay unos denominados «Doctrina y dichos». Otros narran la estigmatización del santo católico.



Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba.Francisco, Laudato si’
Varias ciudades del mundo tienen a san Francisco de Asís como su santo patrono.
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