El tema de Loza fina es uno que ha despertado interés y debate en una variedad de círculos, desde académicos y expertos, hasta personas comunes y corrientes. Este tema ha sido objeto de estudios exhaustivos, discusiones apasionadas y reflexiones profundas en todo el mundo. A lo largo del tiempo, Loza fina ha sido parte integral de la sociedad y ha jugado un papel crucial en la vida de muchas personas. Desde sus impactos en la cultura y la historia, hasta su influencia en la tecnología y la ciencia, Loza fina ha dejado una marca indeleble en la humanidad. En este artículo, exploraremos los aspectos más destacados y relevantes de Loza fina, y analizaremos su importancia en el contexto actual.
Loza fina o loza esmaltada se ha llamado desde el siglo XIX al conjunto de lozas de calidad superior, dirigidas a un público más selecto y por oposición a la etiqueta de loza basta reservada a la cacharrería de uso popular, ya fuera vidriada y decorada, o la loza tradicional monocroma. Los teóricos de la cerámica han acuñado a su vez el título de cerámica fina, usado en la cultura occidental al referirse a productos de fina textura, sean loza, gres, porcelana u otro tipo de pastas de selecta elaboración.
En el Reino Unido continua asociándose a las lozas fabricadas con tierra de pipa, uno de los procesos revolucionarios de los ceramistas ingleses del siglo XVIII, en tanto que en Japón, por ejemplo, designa a la obra cerámica de alta tecnología.
En el siglo XIX, Francisco de Paula Mellado diferenciaba los siguientes tipos de loza fina o inglesa según su composición: loza fina caliza, loza fina feldespática, cream colour (loza de color crema o creamware).
En la España decimonónica, además de la producción privada de la Real Fábrica de La Moncloa, la producción más importante saldría de las fábricas de Alcora (Castellón), Cartagena (Murcia), Manises (Valencia), Sargadelos (Lugo), Valls y Florensa en Barcelona, la de Pickman en Sevilla (1841) y la de San Juan de Aznalfarache (1859). Otros focos productores de loza fina que también pueden mencionarse fueron, en Madrid, la fábrica de La Constancia en Vallecas (1889) y la de Valdemorillo. En la cornisa norte española, además de Sargadelos, destacaron las ya desaparecidas de Gijón, Oviedo, Busturia, Ventas de Yanci y Pasajes (1858-1910).